Escáneres sofisticados revelan que los futbolistas que cabecean la pelota muchas veces padecen cambios en la materia blanca cerebral que se parecen a las observadas en las lesiones traumáticas de la cabeza.
Además, se enfrentan a un riesgo mayor de desarrollar problemas de pensamiento y memoria, informan los investigadores.
"Examinamos la relación entre cabecear y los cambios en el cerebro y en las funciones cognitivas [en el pensamiento y la memoria], y descubrimos que cuantas más veces una persona golpee la pelota con la cabeza, más probabilidades habrá de que se encuentren anomalías estructurales microscópicas en el cerebro, y tiene más probabilidades de que le vaya peor en las pruebas cognitivas, sobre todo con respecto a la memoria", afirmó el autor del estudio, el Dr. Michael Lipton, director asociado del Centro de Investigación con Resonancia Magnética Gruss del Colegio de Medicina Albert Einstein, y director médico de imágenes por resonancia magnética del Centro Médico Montefiore, ambos en la ciudad de Nueva York.