Dicen que “cuando uno elige libremente, te
puedes equivocar, pero no arrepentirte”… Me equivoqué una y otra vez.
Desde la economía, “la economía de la
experiencia”, consiste en ir más allá de la venta de un producto o servicio. Lo
que se busca es generar ambientes, propiciar acontecimientos, o eventos que
hagan del consumo de los productos o la utilización de los servicios algo
memorable para los clientes.
Personalmente, desde mi rol profesional
como Profesor de Educación Física, Preparador Físico y Entrenador Personal,
siempre tuve la intensión de que mi “servicio” se basara en “experiencias”,
donde el destinatario pudiera apropiarse de ellas, aprendiera, se educara, para
que en algún momento llegado convergiera en la autogestión del movimiento.
Experiencias como que un cliente pueda ver lo que pudo lograr, más que sacar
una dolencia; objetivos concretados, a partir de procesos muchas veces ignorados;
ver donde estoy, más allá de donde estaba; lograr objetivos, desafíos, más que si hacía o no sentadillas; etc.
El pilar fundamental para poder llevar a
cabo esto, fue la capacitación y formación profesional permanente, con una
variabilidad de aprendizajes que pudieran enriquecer ese bagaje de
conocimiento, sumado a las relaciones profesionales que ha sido y es un punto
de capacitación permanente, y de donde más provecho y aprendizaje se logra.
El problema fundamental con el que me he
encontrado en este camino, es la “satisfacción de los clientes”. Al ofrecer experiencias,
cuando te descuidas, la demanda de las mismas crece, y eso hace que se vayan
descartando invisiblemente experiencias anteriores, olvidándose de las mismas,
cuando el trabajar a partir de las mismas, nos permite un crecimiento. Hay que tener fortaleza para no perder la transición entre "de dónde vengo" y "hacia donde voy".
Si bien hago mención al problema
fundamental, es en la FALENCIA fundamental donde quiero recaer: ¿Cómo cobrar
por el servicio de “experiencias”?. No hay honorarios establecidos para este tipo
de contraprestación, los mismos surgen de análisis que debemos hacer según en
el contexto que nos desempeñemos: formación profesional, capacitación,
desempeño, experiencia, contexto de desarrollo, algunos aspectos que conforman
ese VALOR.
Recuerdo en el marco de la 3ra Convención Nacional del Norte de la República, Catamarca (2001), donde oportunamente me encontraba disertando el Curso “Bases para el Entrenamiento Personalizado orientado al Fitness”, un participante (Prof. Fernando Rossi - Santiago del Estero), me preguntaba: ¿Cuánto hay que cobrar el entrenamiento personalizado?... No dudé en responder: “Lo que usted crea que vale”. Ahí radica la falencia: ¿Cuánto vale mi servicio?.
Los primeros que menospreciamos,
desvalorizamos o super estimamos nuestro servicio, somos nosotros, lo que sí
esta en claro, es que si no hacemos el análisis correspondiente, visibilizamos
todos los “bonus track” que entregamos, nos responsabilizamos de lo que damos,
terminamos REGALANDO nuestro trabajo. Y cuando algo es regalado, está en uno
ese accionar, y no siempre el receptor le da el valor correspondiente (no tiene
la obligación, somos nosotros quienes regalamos nuestro trabajo).
En el contexto de educación formal es
simple: a una hora cátedra o cargo le corresponde un valor determinado,
retribuyente a funciones específicas. ¿Y en lo no formal? Digo NO formal referido
al ámbito educativo, porque siempre que haya profesionalismo, debiera haber formalismo.
Ese formalismo va más allá de la responsabilidad hacia mi cliente, es una
satisfacción profesional propia.
Muchas veces el no decir “NO”, te lleva a
desafiar la responsabilidad de valorar tu trabajo por un regalarlo. Adam Grant
(Wharton Business School), hace referencia a Warren Buffet y su idea de que la
diferencia entre la gente exitosa y la gente muy exitosa es que los segundos
dicen que “no” a casi todo. Grant refiere a que hay una gran diferencia entre
complacer a la gente y ayudarla: “Ser generoso no consiste en decir sí a todo
lo que te pide la gente, todo el tiempo. Se trata de decir que sí a algunas de
las personas (gente también generosa o que pueden aportarte algo), a veces
(cuando no vas a comprometer tus metas y ambiciones), y a algunas de las
peticiones (cuando las habilidades y recursos que puedes aportar son de verdad
relevantes)”. En definitiva, explica Grant “decir NO te libera para poder decir
que SI cuando más importa”.
Un escrito de sentimiento de catarsis,
fundamentalmente desde una actitud asertiva, producto de más de 30 años de
Profe y 25 de Entrenador, sin una receta magistral más que la de capacitación
permanente, pasión y dedicación, resumido en: NO REGALES TU TRABAJO.